Toda la tarde practicando
La vieja llegó a la oficina por la mañana
temprano, con veinte minutos de adelanto sobre la hora de la cita. Llevaba el
abrigo verde de los domingos, con su cuello de piel sintética, y olía a alcanfor
y a polvos de arroz. Se sentó, nerviosa, en la zona de espera, mirando a cada
minuto al funcionario que debía atenderla, al otro lado del mostrador. Cuando
por fin le llegó el turno, se levantó, sacó las gafas de la funda, se las puso,
tomó el bolígrafo y, sonriendo con timidez, dijo: –Espero hacerlo bien. Ayer
estuve toda la tarde practicando. Luego, despacio e insegura, firmó
meticulosamente en su orden de desahucio.
PEDRO ÁNGEL ALMEIDA
como mola entrare en el blog siempre que pueda Gabriel 5ºC
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